sábado, 13 de diciembre de 2014

El nuevo viaje



                                                                             


El mundo no parecía tan grande desde aquel lugar, podía distinguir los colores verdes y tierra de los paisajes del exterior,  casi oler las flores y los frutos que colgaban de las grandes plantaciones de árboles frutales. La  ventanilla emitía un sonido repetitivo como  la campanilla de algún móvil colgante, le recordaba a alguna música conocida. Una extraña corriente pasó por su vera, la piel se le erizó, se rebulló en el asiento, se tapó con la confortable mantita de viaje, la corriente volvió a pasar por su lado. Se iba acostumbrando poco a poco a identificar cada nueva sensación, desde el accidente todo había cambiado, había cambiado el entorno, los amigos, la casa y ahora el lugar donde vivir también cambiaba. Asumía como un reto ese nuevo mundo que desde la oscuridad de sus ojos ya sin vida tenía que descubrir. Identificaba cada olor, cada color que se escondía en los recuerdos de su mente, cada forma, algunas caprichosas y cambiantes en las imágenes que dibujaba en su cerebro. Lo único que no identificaba, a solas en el asiento del tren, era la corriente caprichosa que a ratos pasaba a su lado recordándole el aroma de un perfume conocido.

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