domingo, 30 de marzo de 2014

La hoja en el otoño


 
                                                    

 
 
La hoja de otoño se acicaló con su gota de rocio mañanera, y luego de andar veinte pasos entre fresón y melocotonero, buscó un lugar a la sombra como cada día. El sol le amonestó: ¿para qué te escondes hojita si el invierno llega si o no para todos por igual?. Deja que acaricie tu rostro, deja que un rayo mio te dé vida y color". La hoja murió a la luna de Diciembre.

viernes, 28 de marzo de 2014

Yo no sé escribir de amor




Te miraré a lo profundo, mientras que hago como que hablo de naderías.
Admitiré que necesito un poco de ti, de aquel y del de más allá...
pero no te enamores
Te adivinaré el futuro, me anticiparé a tus cosas,
rebuscaré en tu alma y encontraré un par de restos viejos...
pero no te enamores
Te cederé el delirio y la calma
te comentaré mil fantasías y pintaré para ti paisajes imposibles
pero...pero, no te enamores
Subiré hasta el cielo, bajaré a los infiernos;
mientras a mi lado paseas haciendo como que no me necesitas...
pero no te enamores.
Te regalaré mi esfuerzo, mi risa,
un día te haré un regalo de lagrimas furtivas...
pero, por favor, no te enamores
Te admitiré que no sé escribir de amor,
los versos se enredan en mi bolígrafo de plata y hace tiempo que el mar,
 por fin, está en calma...
pero...no te enamores
Te negaré hasta tres veces si me recitas un verso,
fundiré con fuego cualquier llama encendida,
por eso, por eso mismo, no te enamores. 
No te enamores, para eso ya están los que saben escribir de amor.


Puedo contar...lo




Puedo contar los versos más alegres esta noche

puedo contar por ejemplo el cielo está nublado y tiritan mil nubes a lo lejos
puedo contar que estoy aquí, que lo he vivido,
puedo contar que el viento gira en lo alto y canta
puedo contar que dos golondrinas se mecen en mi ventana
Puedo contar los versos más bellos esta noche
Puedo contar que la noche no está estrellada,
que no sé si tiritan los astros a lo lejos
Puedo contar que estoy aquí latiendo al unísono
De un universo entero que me acompaña
Seguro!!
Puedo contar los versos más tristes esta noche,
pero sólo quiero contar que estoy viva.

                                                   M Yolanda García Ares ( Derechos reservados)

martes, 25 de marzo de 2014

Unicornio rosa, Russell y poesía




Hoy vi un unicornio montado en la tetera de Russell
volaban a velocidad de vértigo sobre nosequé sol
Tiraba poesía desde el cielo,
me causaban un gran estupor
La gente seguía andando tan tranquila,
no notaban lo que yo
Miré a un lado y a otro
los versos chocaban contra el suelo,
 se elevaban en letras sueltas,
se convertían en música
y caían de nuevo sin ton ni son
Me miré las manos,
intenté retenerlos, no podía
Miré mis pies, no estaban
Me empezó a dar pánico
Miré al cielo, había una gran tetera dando vueltas,
 sobre ella viajaba un unicornio rosa
Tiraban poesía desde el cielo
 Quería cogerlas antes del llegar al suelo
y no podía, no podía, no podía...

domingo, 23 de marzo de 2014

Caminar descalza




Quiero caminar sin horas, ni zapatos que me amarren los pies
caminar despacio hasta la orilla del mar
caminar tranquila sin mirar atrás
Quiero caminar sin prisas, sin obligaciones
caminar avanzando un poco más
caminar sin saber a donde llegar
Quiero caminar, caminar descalza,
descalza por el parque.

En loor de perfección


                                                                    


Recuerdo que me crié en un colegio de monjas, la imperfección, la diferencia, la forma distinta de andar, de expresarte, de llevar el uniforme, de sentarte, de entender la justicia, la biblia, se pagaba con una severa reprimenda. Yo salí de aquello hace mil años, tantos, que ya casi no lo recuerdo. Todavía juego a que adivino por cómo se mueven algunas mujeres si se han criado o no en un colegio de monjas de los de aquella época, es fácil identificarlo por su actitud física sumisa. Apenas levantan la cabeza que no quiere decir, venido al caso, que no levanten la voz, y la forma de vestir aleccionada y equilibrada hasta la pulcritud, las delata, como si nunca hubiesen roto el cordón umbilical invisible que las unía a aquel orden perfecto que significaba el colegio, el uniforme, la regla ineludible. El pelo arreglado semanalmente hasta la perfección de peluquería, corto y cómodo, todo controlado, desde el largo de la falda hasta los pendientes que llevan en las orejas, apariencia conservadora y discreta.
Han pasado los años, yo que ya nací rebelde, una vez que salí del colegio sólo he tenido que romper ese cordón al principio de mi vida adulta, donde ese aleccionamiento en loor de perfección me llevó a una anorexia imposible y a destrozarme las manos en una obsesión estúpida por el orden y la limpieza. Aquello rozaba en la neurosis, delgada hasta la perfección de una calavera. Limpia hasta quedarme sin flora vaginal y buscarme mil y un problemas ginecológicos, me llevaron un día a mirar a una mujer en el espejo a la que yo no reconocía. Vamos a decir que todo estaba donde tenía que estar menos yo, hasta que me revelé y le dí la vuelta a la tortilla, cambié mi concepto de perfección, como siempre me pongo los listones altos, el ejemplo era la naturaleza ¿Cuánto de imperfecta y hermosa es la naturaleza? Así mi vida empezó a "desordenarse" y a rebelarse a que las cosas fueran como "tenían que ser". Esa rebeldía me llevó a ser más y más libre y hoy en día mis imperfecciones forman parte de la persona adulta y madura que soy.
Es cierto que determinado orden ayuda a vivir, un exceso de orden nos mata, acaba con nuestra "perfección natural" Una vez que entras en esa dinámica te conviertes en un cadáver viviente, eres un ser aleccionado, listado, numerado, y coartado. Las personas que no han roto jamás con nada de su niñez, no han roto alguna vez con su orden preestablecido, quien nunca ha tenido una "crisis existencial" porque ha sido así toda la vida: un buen niño, una niña educada y calladita. Una persona que presume de que toda la vida ha sido "igual", no ha crecido, no se ha dado permiso a sí mismo para evolucionar. Giran sobre si mismos como las piezas de un móvil que oscila sólo con la autorización del viento pero sin nunca soltarse de la cuerda que les sujeta al tronco que les amarra a su coartada existencia.
Identifico a estas personas porque ante el pánico que les da despegarse de la falsa seguridad que les ofrece su constreñida enseñanza de primaria, intentan, como en una guerra personal aleccionar a los demás, meterlos dentro de su vara recta e inflexible y que todos caminen igual a ellos por la vida, para que así mismo  no tengan que cambiar el paso ni el camino por el que desfilan ni un solo grado. Odian, al estilo del viejo monje de "El nombre de la Rosa" la risa de otros, la alegría de otros, la "perfección" que ellos creen percibir en otros. Su sed de aleccionamiento perfecto no tiene fin, piensan que la única forma de vivir, de ejercer y de hacer es la que han aprendido y no piensan en que en este mundo que yo y cada vez más gente adivinamos diverso, se mueven muchas formas de vida, muchas formas distintas de proceder, muchas formas distintas de sentir. El acierto en este nuevo mundo que descubrimos, siendo el más viejo y sabio de todos, es hacer un elogio al error, el sabernos humanos, el buscar la perfección en la imperfección que como seres vivos nos acecha a cada paso. El problema surge cuando chocamos de frente con estos "herederos de la vida perfecta" en el trabajo, en nuestras actividades en grupo, creen llevar la batuta, se posicionan por encima del resto, toman decisiones que pertenecen a otros y por supuesto se erigen en jueces y profesores de cada cual. Se les disculpa porque son mayores, jartibles, pesados, críticos, y los aguantamos con altruismo y eterna paciencia intentando que un día, sólo uno dejen su falsa perfección a un lado, guarden la vara detrás de la puerta y se reconozcan humanos ¡Vana espera! La férrea educación no fue en vano, al fin y al cabo sin nosotros darnos cuenta son los perros que guardan el orden del rebaño, sin que nadie se atreva ni siquiera a toser delante de ellos. Si te eriges un día en contra, entonces te marcan como la oveja negra del grupo, y bueno ¿ qué voy a decirles? Bendito fue el día, que salí de la falda de la perfección de Sor maría, y entre a formar parte de mi propia vida, sin lecciones, ni miedos, ni etiquetas, ni castigos injustos, ni culpabilidades y tuve el valor de por fin andar descalza por el parque.

domingo, 16 de marzo de 2014

Sasha; este no es país para perros (Historias recónditas de la playa de Cádiz)


                                                                             



Hoy ha sido el primer día de primavera, la playa estaba llena de gente que paseaba con los niños en sus cochecitos, con sus cochecitos y a su vez con niños con sus cochecitos. También se paseaba a los abuelos con su andadores, ¡ cúanto ha cambiado Cádiz en nada!, y también dueños encantados paseando a su perros, entre estos me encuentro yo. Mi perra algo ofuscada entre tanta pierna humana caminando y enredando aquí allá pidió arena, que le encanta. La niña de pelo blanco, nuestra oveja, como yo la llamo, ha aprendido mucho en estos dos años que lleva con nosotros, ya no se va corriendo tras lo chiquillos y tampoco se tira a las piernas de los desconocidos. Respecto al temor a otros perros, ella no termina de superarlo, su timidez le puede y a veces te ves con una mole de pelo blanco de quince kilos en los brazos antes de decir amén, si viene otro perro de frente que a ella no le hace gracia. Da gusto pasear por la playa en estas tardes previas a la primavera, los muchachos ciñen sus tabletas de chocolate al sol y la muchachas a su vez exponen todos sus encantos. Cambian los colores a lo largo del paseo, del gris al blanco, del marrón al naranja, yo sigo de negro, luto impuesto como el que me siento cómoda desde que recuerdo tengo uso de razón. Buscar un rincón en una terraza que no fuera a pleno sol, ha sido toda una aventura. Entre escalera y escalera del paseo mendigas un rincón donde parar por un momento, por fin divisas el ansiado lugar donde no te pongan peros al perro, y donde te sirvan a pesar de la cantidad de gente un delicioso y aromático café, como siempre y en estos caso, un día más sin taza. Te sientas, tu pareja, el sol, el aroma del café, la gente, el ruido de siempre, el soniquete de los bares de Cádiz, en este caso del Puerto, suena a música divina, ¡ qué chillones somos! Que nos gusta hacernos oír, tacatachán, tilín, tilín. Suenan las voces a melodía extrema, a carnaval y a fiesta. La gente está contenta, ha salido por fin el sol, la vendedora de sombreros de paja está haciendo su agosto, Y yo disfruto de este entorno familiar al que pronto me veré castigada de no usar en compañía de mi niña, mi perra, mi oveja, aunque la tenga muy bien educada. El diecinueve de Marzo, celebran los padres su día y los dueños de los perros sentimos en nuestra alma tan fatídico día en que empieza el calendario de alta turística para la playa. Ya no podremos en seis meses disfrutar con nuestros peludos de ella, un año más. Mientras pienso esto, veo el paseo sucio, lleno de vasos de helados derramados,  lleno de papeles y de pañales usados. Aún no están las papeleras ni los servicios de playa. Veo la terrazas de los bares desordenadas y sucias. ¿Por qué se considera "non grato" a mi perro? Ella ha ido como una señorita paseando entre los dos derechita y muy modosita. Ha servido de entretenimiento para alguna abuela que le ha dicho algún piropo, a lo que ella ha contestado dejándose acariciar. Ha hecho sus necesidades antes de pisar la playa y luego mientras tomábamos café, nos ha esperado echadita debajo de la mesa, quieta y descansando del gran paseo. Sasha me temo que este año todavía no nos llevaremos la razón al huerto de que tú mereces más que muchos disfrutar de ese paseo. Paciencia un año más. Una vez más tendremos que ver como entre todas las cosas que no se pueden hacer en la playa y todo el mundo hace, hay un símbolo de "no perros", tendremos que seguir mendigando un trozo de naturaleza escondida para disfrutar contigo de un paseo. Tranquila cariño, seis meses pasan corriendo.

sábado, 15 de marzo de 2014

No me han dejado





Estiré los brazos, cogí las letras que caían del cielo
se desparramaban llenando el suelo de textos arremolinados
Algunas sólo se quedaron entre mis dedos
las guardé en un bolsillo y me las llevé
al rincón seguro,
 allí donde no les dará ni el aire ni el viento
Levanté las manos y llovían palabras
Sembraban el suelo de charcos
Algunas se quedaron enredadas en mi pelo
Levanté los ojos y caían textos
Algunos se perdieron calle abajo
otros se quedaron en mi pecho
Ahora la que estoy en el cielo soy yo
Me acompañan un montón de palabras
Mis fieles compañeros, el papel, las teclas y la pluma
No me han dejado

domingo, 9 de marzo de 2014

Sentires y padeceres


Como la mirada perdida en el horizonte
como la mirada escondida tras los cristales oscuros
Así se desliza mi mente por mi pasado,
por lo que fui,
de donde vengo
Por lo que pasé,
por lo que sufrí
Como la mano se desliza por la estela del agua
Como la mano se asoma a tomar aire a través de la ventanilla del coche
Así se desliza mi mente por mi pasado
Por lo que nunca fui,
por donde nunca pasé,
por lo que no viví,
por lo que disfruté
Como las manos ceñidas a mis mejillas
Como las brazos extendidos hacía el horizonte
Así se desliza mi mente hacía mi futuro
Por lo que seré
Por dónde caminaré
Por lo que saborearé
Por lo que viviré
Por lo que amaré

sábado, 8 de marzo de 2014

El alma trás las ventanas de cristal oscuro ( Historias recónditas de la ciudad de Cádiz)

                                                                              

No me han gustado nunca las gafas de sol, no me parecen elegantes, ni útiles, ni siquiera de pasada para aguantar el pelo como la llevan tanta gente. Cuando las he usado me han gustado grandes a lo Garbo, como para ocultarme yo entera detrás de ellas. Me llevé años sin utilizarlas hasta que uno de estos acontecimientos nefastos que te dejan las huellas imborrables de dos grandes y oscuras ojeras en la cara me hizo empezar a usarlas con asiduidad, en ese momento las más grandes y oscuras del mercado, las preferidas, las de espejo donde no se adivinaban los ojos de ninguna forma, aprendí y acepté esconder el alma tras los cristales.
En días pasados hizo uno de estos maravillosos días que anuncian una primavera insipiente en la Bahía de Cádiz. El mar estaba verde y brillante y el cielo se caía sobre nosotros de un azul intenso. Yo llevaba mis gafas progresivas de sol, ya sin acordarme el por qué un día ya no dejé de usarlas.
Son cómodas porque se acondicionan a la luz del momento y a veces se me olvida que las llevo puestas. Entramos en "El viento de levante" a tomar un cafelito y mira por estas cosas del destino que fui a la barra a pedir dos cortados, había un camarero mayor y encantador que al yo hablarle se disculpó al hacerme repetir  el pedido porque yo no llevaba los ojos puestos, entonces me sonreí para adentro o para afuera y me levanté las gafas sobre la cabeza. El hombre se volvió a excusar, y me dijo que parecía que con ellas era como que no estaba allí. ¡ Cuánta sabiduría se esconde en la intuición natural de la gente! Al momento la mente me voló hasta aquella mujer que se puso las gafas un día para no tener que llevar todo el día el alma a cuestas, porque si señores, yo soy de esas que el alma la llevo en los ojos, desnuda y a la intemperie y cuando ésta me coge un constipado la que lo sufro soy yo. Es cierto que un día me cansé de llevar el alma al trasluz y decidí esconderla tras unos cristales de color oscuro. Es cierto que en muchas circunstancias me escondí y hasta desaparecí tras esos cristales para poder hablar de cosas banales sin que se me notara que hacía rato ya no estaba allí. Aquello pasó hace tiempo, ahora uso las gafas por costumbre, por comodidad, porque mis progresivas son estupendas y me he adaptado inmejorablemente a ellas. Sigo usando mis gafas oscuras como una herramienta útil, como se deben de usar y no como un panel de protección, como un biombo tras el que esconderme, como un muro insalvable que me hacía menos vulnerable.
Ahora la que me excuso soy yo  con este texto con el señor que me sirvió el café y me recordó que ya no necesito esconderme, que mi alma es transparente para el que la quiera ver y ruego a todo el mundo que si alguna vez me paro a hablar con ellos, y llevo mi gafas de sol puestas detrás de las cuales escondo mis ojos y pareciera que no estoy allí con ellos, me recuerden amablemente que me las quite para que puedan constatar que ciertamente estoy allí con el alma al aire, como siempre.

viernes, 7 de marzo de 2014

Regálame respeto





No me regales hoy una flor
ven y tráeme en una caja todo lo que espero
Yo no quiero una luna que me bajes del cielo
sólo quiero que me des respeto
Dame libertad para elegir
si por una puerta quiero entrar o salir
Sólo quiero andar sola por la calle
caminar tranquila sin que me llames,
sin que desconfíes de mi,
déjame andar solita 
Yo no quiero que siempre me veas bonita
me basta con que me vea yo
No critiques mi color de pelo
ese es el color que deseo
Déjame comer lo que quiero
No me regales hoy bombones
ni me felicites cuando me levante
Tráeme una caja llena de compresión
Entiéndeme si no tengo ganas de hablar
o si quiero sentarme en un lado, leer, escribir o estudiar
Respeta mi espacio, y hazte a un lado
si un día quiero caminar
ese día, aunque te duela,
 déjame andar.
No me regales hoy diamantes
regálame sólo el derecho de vivir como un ser completo
 sin que tengas la obligación de completarme


domingo, 2 de marzo de 2014

Los servicios de "La Marina" (historias recónditas del Carnaval de Cádiz)



                                                                        


Hay una cola esperando para entrar al baño de la Marina, bar "mástípiconolohay" de la ciudad de Cádiz, situado en el centro de la ciudad es el más ansiado por su estupenda situación estratégica en los carnavales. La cola de espera da la vuelta a la esquina y un guarda jurado va dando el paso alterno a mujeres y a hombres. Es verdad que ir a la cola de estos baños es todo un reto a la paciencia, la gente que ha ingerido dos o tres copitas de más, suele montar las escenas más variopintas mientras esperas. Por ejemplo, hoy.
El guarda jurado da la entrada hasta un pasillo de apenas un metro de ancho donde desfilan delante de las puertas de los servicios unas veinte personas. 
La señora que los limpia, entradita en edad, es la misma de siempre, mujer que conozco sólo de esta situación que se me repite todos los años y a la que nunca me ha dado por pregúntarle el nombre, luce un hermoso y volanteado delantal blanco blanquísimo con dos grandes bolsillos. Se esmera en su trabajo, mantiene los baños limpios como una patena y ayuda a un imposible orden en la cola que origina unas fiestas embadurnadas de alcohol.
Ya en la recta final, después de media hora de espera, aún quedan unos veinte minutos más, como siempre la cola de los hombres aligera mientras que las mujeres aprovechamos para quitarnos las ganas de hacer pis, charlando, y riendo, alborotando, a  nuestra manera, en los carnavales, la mayoría, con ganas de fiesta. Delante mía dos muchachas de Orihuela, recitamos a Miguel Hernandez " En Orihuela, su pueblo...y el vuestro ( el nuestro) se me ha muerto como del rayo, Ramón Sigé con quien tanto quería....", un poco más adelante una chica con una cara guapísima dice no aguantar el pipí, no puede más y baila contoneándose ocupando todo el metro de ancho, el culo le bambolea de lado a lado, intentando retener el líquido amarillo que amenaza con salir. Entra un caballero con bigote después de darle la señora del delantal la entrada. Detrás mía, una muchacha enguye su almuerzo a escondidas y encogida de dentro de una fiambrera. Llegan dos señores, uno se pone a protestar de lo mala que somos las mujeres, el otro, más joven se ríe de él. Nosotras le escuchamos y dejamos de recitar  la elegía. El señor sigue enarbolando su discurso misógino, le ofrezco un klinex, se excusa , él tiene uno y se pone a llorar, cosa que le queda algo ridículo pues pesa como ciento sesenta kilos. Se excusa, dice que semejante verborrea se la provoca  la próstata. La limpiadora les pide avanzar, entre todas le hacemos paso y se dirige hasta adentro, se apaga la luz con la presión, la encendemos, no ha pasado nada. Bueno me equivoco, se ha colado una barrica de alcohol disfrazada de mujer. La señora del delantal le dice que no se puede colar que hay mucha gente esperando. Ella esgrime su copa, la mujer-barrica, le chulea diciendo que ella entra donde y cuando le da la gana, la gente protestamos, es para nada, la señora del delantal, le lee la cartilla, y se hace grande y enorme, no se sabe cómo, al fondo del pasillo, pues ésta apenas mide un metro cincuenta centímetros. La chica borracha, se le envalentona, a mi me coge despistada y le pregunto a la que intenta colarse que quién intenta colarse, me contesta "Yo" la miro, miro la copa, y le digo que tendrá que esperar como todo el mundo. La señora le vuelve a increpar, la borracha quiere ir a baño de hombres, los hombres dicen que tiene que esperar, yo le digo que aquel no es sitio para cambios de sexos, y que si lo va a hacer que se lo diga antes a sus padres, que es desagradable hacérselo allí en medio y que es bueno que alguien la acompañe, la colona me mira con cara rara, sólo ha escuchado la primera palabra con la tajada. Casi me toca entrar. Miro a la puerta con ansiedad, está dentro la chica meona que bailaba de lado a lado. De momento caemos en que el señor del bigote está dentro del baño de caballeros y aún no ha salido, la señora del delantal le aporrea la puerta, el hombre no contesta, uno, dos, tres,.... siete minutos, no sale, viene su mujer como un rayo, preguntándonos alterada por su marido, le señalamos la puerta, la aporrea, se explica, al hombre le dan cosas raras y se queda en "off" , el público en profunda expectación, algunos ya con el teléfono en la mano para llamar a asistencia,... el hombre está bien, sale en un segundo, respiramos. El hombre gordo resulta que es profesor de uno que ha entrado delante de él al baño, se reconocen, se aprecian, se dan un abrazo, parece ser que el único defecto que tiene es que cuando bebe se vuelve misógino, por lo demás son ciento sesenta de kilos de simpatía plena. Me toca, entro al baño, me abofetea el olor a lejía, el váter limpio, el lavabo limpio, hago pipí, escucho los chascarrillos y murmullos de otros veinte que esperan fuera, no miento, me recreo, me peino y me pinto los labios. Al salir le dejo a la señora dos euros por la limpieza, por el rato, y por la buena función que se celebra gracias a ella en ese pasillo todos los años. Señora del delantal blanco de la que no sé el nombre, ojalá dure usted mucho limpiando los baños de la Marina en carnavales, aunque creo señora que usted hubiese estado fantástica como la actriz principal de una obra de teatro.