domingo, 16 de marzo de 2014

Sasha; este no es país para perros (Historias recónditas de la playa de Cádiz)


                                                                             



Hoy ha sido el primer día de primavera, la playa estaba llena de gente que paseaba con los niños en sus cochecitos, con sus cochecitos y a su vez con niños con sus cochecitos. También se paseaba a los abuelos con su andadores, ¡ cúanto ha cambiado Cádiz en nada!, y también dueños encantados paseando a su perros, entre estos me encuentro yo. Mi perra algo ofuscada entre tanta pierna humana caminando y enredando aquí allá pidió arena, que le encanta. La niña de pelo blanco, nuestra oveja, como yo la llamo, ha aprendido mucho en estos dos años que lleva con nosotros, ya no se va corriendo tras lo chiquillos y tampoco se tira a las piernas de los desconocidos. Respecto al temor a otros perros, ella no termina de superarlo, su timidez le puede y a veces te ves con una mole de pelo blanco de quince kilos en los brazos antes de decir amén, si viene otro perro de frente que a ella no le hace gracia. Da gusto pasear por la playa en estas tardes previas a la primavera, los muchachos ciñen sus tabletas de chocolate al sol y la muchachas a su vez exponen todos sus encantos. Cambian los colores a lo largo del paseo, del gris al blanco, del marrón al naranja, yo sigo de negro, luto impuesto como el que me siento cómoda desde que recuerdo tengo uso de razón. Buscar un rincón en una terraza que no fuera a pleno sol, ha sido toda una aventura. Entre escalera y escalera del paseo mendigas un rincón donde parar por un momento, por fin divisas el ansiado lugar donde no te pongan peros al perro, y donde te sirvan a pesar de la cantidad de gente un delicioso y aromático café, como siempre y en estos caso, un día más sin taza. Te sientas, tu pareja, el sol, el aroma del café, la gente, el ruido de siempre, el soniquete de los bares de Cádiz, en este caso del Puerto, suena a música divina, ¡ qué chillones somos! Que nos gusta hacernos oír, tacatachán, tilín, tilín. Suenan las voces a melodía extrema, a carnaval y a fiesta. La gente está contenta, ha salido por fin el sol, la vendedora de sombreros de paja está haciendo su agosto, Y yo disfruto de este entorno familiar al que pronto me veré castigada de no usar en compañía de mi niña, mi perra, mi oveja, aunque la tenga muy bien educada. El diecinueve de Marzo, celebran los padres su día y los dueños de los perros sentimos en nuestra alma tan fatídico día en que empieza el calendario de alta turística para la playa. Ya no podremos en seis meses disfrutar con nuestros peludos de ella, un año más. Mientras pienso esto, veo el paseo sucio, lleno de vasos de helados derramados,  lleno de papeles y de pañales usados. Aún no están las papeleras ni los servicios de playa. Veo la terrazas de los bares desordenadas y sucias. ¿Por qué se considera "non grato" a mi perro? Ella ha ido como una señorita paseando entre los dos derechita y muy modosita. Ha servido de entretenimiento para alguna abuela que le ha dicho algún piropo, a lo que ella ha contestado dejándose acariciar. Ha hecho sus necesidades antes de pisar la playa y luego mientras tomábamos café, nos ha esperado echadita debajo de la mesa, quieta y descansando del gran paseo. Sasha me temo que este año todavía no nos llevaremos la razón al huerto de que tú mereces más que muchos disfrutar de ese paseo. Paciencia un año más. Una vez más tendremos que ver como entre todas las cosas que no se pueden hacer en la playa y todo el mundo hace, hay un símbolo de "no perros", tendremos que seguir mendigando un trozo de naturaleza escondida para disfrutar contigo de un paseo. Tranquila cariño, seis meses pasan corriendo.