martes, 1 de julio de 2014

Después del tsunami




El mundo entero se asomaba al principio de su final. Se iniciaba un sol brillante y maternal que daba calor y acogía bajo sus brazos a una nueva humanidad apaleada y silenciada a través de los siglos ya acabados. Después del tsunami todo fue fango y destrucción. El mundo entero había perecido bajo las aguas farragosas de una tempestad que en su locura, en su caos había acabado con todo de un plumazo. La naturaleza del ser humano había descubierto que podía paliar el dolor, el sufrimiento, todo menos su propia naturaleza.La naturaleza al final se mostraba siempre habida de venganza y voraz con todo lo que la coartaba, la manipulaba, la condicionaba.
Recordaba aquellas horas sentada en la toalla, leyendo o simplemente contemplando el inmenso mar en calma de cualquier tarde de verano. Noches interminables hasta que la noche desplegaba su corona de estrellas y de luna que sobre el horizonte azuzaba a las mareas en un vaivén interminable. Entonces era ese momento justo de coger la rebeca, los bártulos, levantarse ya de la fría y húmeda arena.
Tomaba entonces conciencia de que no sólo el mar sino la playa entera era un ente vivo con pensamiento y sentir propio. Daba las gracias a la naturaleza, al cielo, al universo lleno de lunas y planetas, al horizonte infinito, y al alma de las cosas que habitaban los fondos marinos y a las arenas, a cada trocito de inerte mineral salino, conchas de mar, rocas de granito, mármoles de sabe qué lugar perdido, les agradecía que le dejaran disfrutar de aquello sólo un día más.
¿No habría sido acaso el tsunami una rebeldía del mar, del cielo, del universo entero? A ellos que no se les suponía rabia alguna, habían hecho que en cinco minutos el mundo diera la vuelta. Todo estaba herido, muerto, machacado. Todo roto, devastado, no había títere con cabeza. Y ahora en el momento de regresar a la playa, mirar desde la orilla al horizonte, sólo quedaba un grito de ahogada impotencia, aunque al final y por fin, el mar estaba en calma. 

Pesadilla

                                                     






El dragón está en la caverna, aparenta estar dormido
Me aproximo a él, sin paso vacilante, sin miedo
Ya lo tuve anidando en mis entrañas, dormido
El dragón negro siempre duerme en la entrañas de la desesperación.
Déjame verte la cara, si estás ahí, podré volver a luchar contigo
El dragón se siente vigilado, bufa, gime en mi sueño
Castigado, exiliado, ya sin lugar al que regresar
Me despierto sudando, asustada
Ha venido a verme, ha entrado por mi boca en forma de gigante cucaracha
He vomitado un brazo de hígado corrupto y mal oliente
Me rodean escarabajos negros, diminutos, de culo rojo encendido
Me asfixio,me asfixio, no puedo respirar.
El dragó negro quiere anidar en mis entrañas.
Se mete en mis sueños
¡Vete!¡Vete!¡No entres!
Regresa a tu inframundo, a tu caverna, 
vuela lejos de mi cama, de mi casa, de mi cueva
Huye de mis sueños,
no te tengo miedo, no te tengo miedo.
El sol amanece y el mar vuelve a la calma.
Duermo en la mañana con la bruja buena de sol en mi cara.
El dragón está lejos, en la caverna, aparenta estar dormido.