domingo, 29 de septiembre de 2013

Escribir acelerado


                                   


Deslizo mis ojos por el texto lleno de frases aceleradas, estallidos de una vida que se revienta y se estalla contra el papel a golpes de sentires reprimidos. Reflexiono, releo, pienso… ¿Cuándo fue la primera vez que yo sentí algo así? ¿Cuándo fue la primera vez que el lápiz rasgó a golpe de sentimientos el blanco del papel? Me pasó, claro que me pasó; fue como un parto a la vez liberador y doloroso, pero liberador. Pienso en la revisión acelerada, y el descontento, siempre el descontento del creador, el eterno descontento de que la obra no fue lo suficientemente buena, o extensa, o intensa; ¡da igual!, la autocrítica primigenia de sabernos imperfectos, incompletos y no perdonárnoslo nunca a nosotros mismos.
Leí otra vez su literatura, era buena, acelerada, explosiva; pero buena. Recordé mi juventud, mis ganas de explotar. El miedo, siempre el miedo, al papel blanco, ese que nunca se supera, igual que los actores de teatro, el miedo escénico se hace dueño de tu pulso... La pluma en la mano, la punta, un punto, otro punto, el papel… blanco, otro punto. La cabeza llena de ideas, peros sólo soy capaz de reventar a golpe de ausencia del hado tres pequeños puntos en el primer renglón del papel; luego, más tarde, la letra acelerada, el hado ha vuelto, ha regresado y tiene prisa, como un amante impaciente. Te toca, te seduce, te despierta; es inoportuno, llega a la hora inadecuada, si no te enredas con él, pasa a mejor vida. Claro que lo he vivido, sentarme frente al papel blanco, tenerle tanto respeto, tanto miedo, tanta distancia que no nos encontrábamos.
El papel blanco y la punta traviesa que se niega a transcribir nada de lo que habita en tu cabeza, ella sólo entiende del corazón y el corazón es loco, acelerado, es generoso, combativo, por eso no entiende de palabras, de frases cortas o largas, de formas verbales, de pronombres personales. El corazón escribe sobre el papel a golpe de latidos y ahora habla en presente, y otro rato en pasado. Si tiene ganas de vivir, volverá al futuro, al deseo; y si le da la timidez hablará bajito en primera persona y si tiene un día rencoroso te nombrará mil veces. Es la escritura acelerada de la persona que escribe por necesidad, necesidad de escribir para vivir.
                                                       Yolanda García

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