lunes, 25 de noviembre de 2013

Es un títere, un arlequín.

Le conocí. No sabía decir no, apenas pronunciaba un si. Una personilla frágil en el escalón. le tiran de un brazo, le tiran del otro y al final se queda en una forma grotesca mirando al suelo, en una verticalidad imposible. Ahora le mueven una mano, le tiran del cuello. Una sonrisa dibujada en su cara de cartón, dice "hola". Anda hacía un lado a saltitos. Su camino es corto, anda hacía el otro lado, su camino siempre es el mismo. Coartado por la tela pesadísima de un teatro inacabable. Lo sientan sobre una roca de cartón piedra, detrás le enmarca un paisaje ficticio de donde no se podrá levantar jamás. Cree que controla su vida,  pero le doblan el testuz dentro de una caja de cartón todos los días antes de ir a dormir.
Al despertar ni una sola idea nueva, sin metas, sin errores. Su único sueño ser fiel, su único fin ser aceptado. Su miedo, morir sin compañía. Le conocí, es un guiñol, un pierrot, una colombina. No sabe decir no, y apenas se le oye un si. Su camino es corto como el de la mano que le controla. Sonríe bobalicón con la boca pintada en roja; la lluvia no le moja, el viento no le despeina. Es un títere, duerme en una caja y sólo espera que le aplaudan al final de la función.
Sueña sin estrellas ni luna, es un títere. Nunca dijo no, apenas un si. Conoce todas las frases hechas, no tiene pensamiento propio, sus palabras todas están escritas. Es un títere. Sólo quiere un aplauso, sin emoción, al final de la función. Es un títere.

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